Cómo aplicar Atención plena para conciliar el sueño

Otra noche, otra… durmiendo mal.

Mi propuesta en este post es practicar la Atención plena cuando no puedes dormir. Describiré lo que puede ser una noche de insomnio, exagerando un poco, pues nos gusta el drama 😉

Cuando te pasas una noche tras otra en blanco, durmiendo mal; no concilias bien el sueño o, lo que me pasaba a mí, que dormía un par de horas o tres y luego estaba despierta otras tantas, llegas a desesperarte, arrastras mucho cansancio e incluso podrías tener problemas más serios de salud.

¿Búho o alondra?

Al margen de como sea tu naturaleza, pues hay personas que son vespertinas, les encanta acostarse tarde y les cuesta activarse por la mañana, son búho. Y otras, somos alondra, nos gusta más acostarnos temprano, nos despertamos también temprano y nos activamos rápido. O, bien, puede que seas un punto intermedio, no tan extremo.

Digo: independientemente de cuál sea tu característica natural, los expertos en salud aseguran que no es saludable dormir menos de unas siete horas.

Atención plena para dormir plácidamente

Fase inicial del insomnio

¡No pasa nada, respira! 

No te vas a desvelar.  ¡Confía!

Una vuelta.  Dos.  _Respiras_.   Tres…

Una hora después sigues dando vueltas…

Fase culpable

Durante esa hora te ha dado tiempo a todo:

Dar mil vueltas.  Respirar y dejar de hacerlo conscientemente unas cuantas veces.

Culpar al que tienes al lado, que ha tosido, roncado o bostezado cual león marino _¡vaya cabreo!_.

Centrarte.  De sobra, sabes que ese que ha tosido es solo un mensajero.

Además, está comprobado que cuando duermes sola también te despiertas a cualquier hora de la noche y permaneces despierta por horas (eso que ya das en llamar “tu recreo”).

La diferencia es que en esas ocasiones te sientes más libre para hacer lo que te dé la gana: leer, escribir, escuchar música relajante, meditaciones, charlas de gente inspiradora…

Y cuando estás acompañada te mides, por no molestar.  ¡Qué culpa tendrá nadie!

Fase no hay culpables

Nadie tiene culpa de mi insomnio.  No se trata de buscar culpables Se trata de buscar la causa e intentar ponerle remedio.  Y en esas estamos (consecuencia de la menopausia, problemas de intestino, la tiroides que no va del todo fina…), a ver si afinamos y me armonizo nuevamente.

Mientras tanto, sigues enredándote cada vez que ocurre, noche tras noche, en “tus historias”.  Te describo las que me son familiares, puede que tú las reconozcas, o no te identifiques con ellas, pero te des cuenta de las tuyas.

Diálogo mental

Después de superada la fase de culpar al de al lado.  Tu diálogo mental sigue por los siguientes derroteros:

Como me doy cuenta de que es un mensajero, empiezo a buscar el mensaje (emoción asociada).

Cabreo.  Es lo único que reconozco.  Me enfada estar despierta.  Porque mañana estaré agotada. 

Voy a soltar esta creencia (estaré agotada).  Puede que no sea así.  Hay quienes con 4 horas tienen suficiente. 

Si logras meditar, eso te aportará beneficios.

Atención plena a todo lo que hay cuando no puedo dormir

Esos días que no logro dormir, paso a mirar lo que hay. Cabreo es lo que toca en esta ocasión.

Atención plena a la emoción de enfado:

Respiro, atiendo la respiración.  Permanezco un tiempo observando cómo entra y sale el aire.

Observo el cuerpo, localizo esa parte en la que se concentra la tensión.

Atiendo le emoción que hay. Te veo, te reconozco, enfado, eres muy familiar. 

Suelto. Respiro y suelto. Dejo que se disuelvan las tensiones. Que la emoción se disperse como las nubes oscuras en el cielo.

Y unos días noto enseguida el alivio y me quedo traspuesta, entonces, rápidamente.  Otros no.

Esto es lo que hay, acepto

Otros, en los que no hay cabreo, me enfoco en soltar el deseo de estar dormida.  Puesto que lo que hay es que estoy despierta.  Desvelada completamente.  Podría ponerme a trabajar, ¡qué cosa!

Respiro y suelto la necesidad de estar de una manera diferente a la que estoy.  Estar despierta está bien para mí ahora.  Y observo todo lo que acontece: estado de inquietud en el cuerpo, no respiro profundo, sino superficial.  Las vueltas que estoy dando.  Los muchos pensamientos de cosas que tengo que hacer y que no se me olviden cuando me levante (recomendación anótalo y suéltalo de tu mente).

Sigo observando y soltando

Observo todo.  Me distancio.  No me identifico ni con el cuerpo nervioso, ni con la mente parlante.  Ni con el sentimiento de frustración, que asoma, asociado a la creencia de que, a estas alturas, ya deberías tener esto superado…

Atiendo este temita.  Lo sueltoNo me engancho a nadaSigo respirando consciente.  Acepto: sí, así estamos, esto es lo que hay.

Me repito: <Suelta y confía>.  Mente de principiante.  No quieras estar en ninguna otra parte, no quieras saber nada.  Suelta.

Con el momento de paz llega el sueño

Y, como por arte de magia, no sé cómo; no sé si de resultas de todo lo soltado.  No sé si porque tiene que ser y punto.  La cuestión es que, sin saber cómo, llega la paz.  La siento en el corazón, en el cerebro, abrazando mi cuerpo.  Y me quedo dormida plácidamente, como acunada por una dulce nana.  ¡Qué agradable, por favor!

No siempre es igual.  Pero sí parecido.  Sucesión rápida de agotadores diálogos mentales y, cada vez más largos, periodos de aquietamiento de la mente.  Y unos días, vuelvo a dormirme antes de la hora, pero otros tardo mucho en volver a coger un sueño profundo y reparador.

Recomendaciones

Como digo siempre, las propuestas o sugerencias que hago las hago de corazón, con la mejor de las voluntades; muchas son técnicas, terapias, actividades, ejercicios, libros o teorías, que me han sido beneficiosas.

Pero esto es muy personal, hay cosas que van bien a unos y a otras no. Por eso, lo mejor es probar para descubrir qué es para nosotros y qué no. Descubre qué te va bien a ti.

Como ves, a mí me va muy bien practicar la Atención plena siempre, me aporta paz, sosiego, plenitud (incluso cuando no logro dormir, permanezco en un estado menos nervioso). Si no la practicase mi vida sería más alterada y agitada, pues de natural mi energía es como la de la mar (más cantábrica que mediterránea).

¿Qué te va bien a ti? Me encantaría que me lo contases en comentarios.