Toda la vida he querido cambiar algo en mí o que cambiase algo de mi entorno. Me consta que esa insatisfacción me ha permitido avanzar, crecer, no conformarme con lo dado y progresar, pero el precio a pagar ha sido alto en muchos casos: ansiedad, estrés, incluso depresión; malestar e inquietud interna constante.
Me pregunto: ¿si hubiese tenido una vida más relajada hubiera llegado al mismo punto? ¿habría hecho las mismas cosas o habría logrado los mismo éxitos? No lo puedo saber. Lo que intuyo es que el camino habría sido más relajado; o no… Habría sido diferente, eso es seguro.
La cuestión es que no se puede dar marcha atrás, de modo que ha sido como ha sido y me felicito por ello: he hecho lo mejor que he podido con lo que sabía; es decir, lo he hecho lo mejor que he sabido.
Y esto es algo fundamental en la vida, sobre lo que insisto siempre con las personas a las que acompaño como entrenadora: de lo que se trata es de dar lo mejor de nosotras, hacerlo lo mejor posible, con buena voluntad y mejor intención.
Ahora, desde que me muevo con la mente más centrada en lo que estoy haciendo, sintiendo o pensando en el momento que toca, lo vivo todo con más intensidad y a la vez todo pierde fuerza, me resulta más fácil relativizar, no tomarme las cosas como algo personal, que no me supere tanto lo no deseable.
Pues el cambio y la transformación se producen a través del cultivo de un estado de atención sostenida, cuando aprendes a permitir que la atención y la conciencia incluyan condiciones molestas y perturbadoras en vez de evitarlas.
Darme cuenta de esto y vivirlo por mí misma es de las experiencias más grandes que he tenido en los últimos tiempos; pues antes no hacía más que maquillar, disfrazar, evitar, negar, ocultar, etc. todo lo negativo o perturbador, lo que fuera era mejor reemplazarlo por una sensación agradable, un pensamiento positivo o una emoción placentera… Creyendo que así dominaba la situación y mi vida era más feliz.
Pero me equivocaba. Mi vida es plena ahora que acepto, permanezco observante y abrazo lo que sea, lo que acontezca en cada momento, ya duela o produzca alegría.
Me permito sentir lo que se está manifestando, lo que tiene que ser sentido profundamente para poder ser atravesado.
Además lo hago con la confianza en que pasa por algo, voy a aprender de la experiencia; no me va a matar, no nos es dado nada que no podamos soportar, «yo puedo». Y confianza además en que «esto también pasará»…
Y en todo caso, es lo que hay aquí y ahora, y es lo único por tanto, pues no existen ni pasado ni futuro (más que en la mente). Suelto apegos y expectativas; me quedo en lo real, en las sensaciones corporales.
Y respiro, permitiendo que esas sensaciones tengan más espacio con cada inhalación para diluirse y salir con cada exhalación.
Realmente transformador _te lo aseguro_.
Acabo de darte las claves para Ser plenamente consciente, para tener una vida satisfactoria viviendo el momento presente y no anticipando futuribles, ni lamentando lo pasado.
Toma nota de las claves: ACEPTAR, OBSERVAR, CONFIAR y SOLTAR. Y empieza a practicar! (fundamental respirar por la nariz llevando el aire al abdomen).
Ya me contarás. Puedes dejar tu comentario de los progresos.
Si quieres un acompañamiento personal, ya sabes, contacta conmigo. Puedes recibir la asistencia incluso por wathsapp (636 23 30 65).